Ibn al-Jawzi, un destacado estudioso del Islam, se distinguió por una variedad de talentos y especializaciones. Nació en el siglo V d. H. en Bagdad y contribuyó en gran medida a las ciencias religiosas y humanas. Su influencia y reputación fueron evidentes en los campos de la retórica, la predicación, la escritura literaria y otros campos culturales.
Su linaje se remonta a Al-Siddiq Muhammad bin Abi Bakr, y era conocido como “Ibn Al-Jawzi” por el nogal que crecía en su casa, ya que no había otro nogal en la ciudad. Es posible que su nombre también se remonta a Fardhat al-Jawz, que es el puerto del río Basora.
Ibn al-Jawzi nació en 1116 d.C. y murió en 1201 d.C. Inició su carrera educativa a temprana edad, y se caracterizó por la piedad y el ascetismo desde temprana edad. Pasó su vida personal alejado del entretenimiento y el entretenimiento, ya que tenía miedo de perder el tiempo y cometer errores.
Ibn al-Jawzi vivió una vida sencilla y humilde, y evitaba comunicarse con la gente por miedo a perder el tiempo y distraerse con asuntos comunes. Su riqueza personal y el generoso apoyo de su padre fueron los que le permitieron dedicarse a la educación y el aprendizaje. Construyó una escuela en Bagdad y estableció allí una gran biblioteca, y continuó enseñando ciencias en varias escuelas.
Durante el gobierno del califa Al-Nasir, Ibn Al-Jawzi asumió el cargo de ministro después de que el gobernante anterior fuera destituido por acusaciones de herejía. Cuando fue destituido de su cargo, fue exiliado. Pasó años en Matmura, lejos de su tierra natal.
Ibn al-Jawzi hizo importantes contribuciones en muchos campos, y su vida personal y profesional fue un ejemplo de entrega y entrega a la ciencia y al servicio social.